jueves, 4 de septiembre de 2008

Freya, la Diosa del Amor , la primavera y la fertilidad



Freya, la hermosa diosa nórdica de la belleza y el amor, era hermana de Frey e hija de

Njörd y Nerthus, o Skadi. Ella era la más hermosa y la más querida de entre todas las

diosas y, mientras que en Alemania se la identificaba con Frigg, en Noruega, Suecia,

Dinamarca e Islandia era considerada como una divinidad diferente. Freya, al haber

nacido en Vaneheim, también era conocida como Vanedis, la diosa de los Vanes, o

como Vanebride.

Cuando llegó a Asgard, los dioses quedaron tan prendados por su belleza y elegancia

que le concedieron el reino de Folkvang y el gran palacio de Sessrymnir (el espacioso

de asientos), donde le aseguraron que podría acomodar fácilmente a todos sus invitados.

Reina de las Valkirias.

Aunque diosa del amor, Freya no era apacible y amante de los placeres, pues las

antiguas razas nórdicas pensaban que ella tenía gustos muy marciales y que con el

nombre de Valfreya solía encabezar a menudo a las valkirias en el campo de batalla,

escogiendo y reclamando la mitad de los héroes muertos. Así que era representada con

un corselete y un casco, escudo y lanza, estando únicamente la mitad inferior de su

cuerpo vestida con el atavío suelto habitual de las mujeres.

Freya transportaba a los muertos electos hasta Folkvang, donde eran debidamente

agasajados. Allí eran bienvenidas también todas las doncellas puras y las esposas fieles,

para que pudieran disfrutar de la compañía de sus amantes y esposos después de la

muerte. Los encantos de su morada le resultaban tan seductores a las heroicas mujeres

nórdicas que a menudo corrían a la batalla cuando sus amados habían muerto, con la

esperanza de correr la misma suerte, o se dejaban caer sobre sus espadas, o ardían

voluntariamente en la misma pira funeraria en la que quemaban los restos de sus

amados.

Ya que se pensaba que Freya prestaba oídos a las oraciones de los amantes, éstos la

solían invocar a menudo y era costumbre el componer canciones de amor en su honor,

las cuales se cantaban en ocasiones festivas. En Alemania, su nombre se usaba con el

significado del verbo “cortejar”.

Freya y Odur.

Freya, la diosa de cabellos dorados y ojos azules, era también, en ocasiones,

considerada como la personificación de la Tierra. Como tal, se desposó con Odur, un

símbolo del Sol veraniego, a quien ella amaba mucho y con el que tuvo dos hijas, Hnoss

y Gersemi. Estas doncellas eran tan hermosas que todas las cosas bellas eran

denominadas con sus nombres.

Mientras Odur permaneciera a su lado, Freya estaba sonriente y era completamente

feliz. Pero Odur era de espíritu inquieto y cansado de la vida sedentaria, abandonó un

día el hogar súbitamente y se dedicó a vagar por el ancho mundo. Freya, triste y

abandonada, lloró largamente, cayendo sus lágrimas sobre las duras rocas,

ablandándolas. Se dice que incluso llegaron a introducirse en el mismo centro de las

piedras, donde se transformaron en oro. Algunas lágrimas cayeron al mar y fueron a

transformadas en ámbar.

Cansada de su condición de viuda y anhelando coger a su marido en sus brazos una vez

más, Freya emprendió finalmente su búsqueda, atravesando muchas tierras, donde se la

conoció por diferentes nombres, como Mardel, Horn, Gefn, Syr, Skialf y Thrung,

interrogando a todos los que se encontraba en su paso, sobre si habían visto a su esposo

y derramando tantas lágrimas en todas partes que el oro se encuentra en todos los

rincones de la Tierra.

Muy lejos, en el soleado sur, Freya encontró finalmente a Odur y, tras serle devuelto

todo su amor, ella fue feliz de nuevo, tan radiante como lo había sido de novia. Es quizá

debido a que Freya encontró a su esposo bajo un floreciente arrayán que las prometidas

nórdicas, incluso hoy día, visten el mirto en vez de la convencional corona de naranjas

que se da en otros climas.

Mano a mano, Odur y Freya emprendieron de nuevo el camino a casa y a la luz de su

felicidad, la hierba creció verde, las flores brotaron y los pájaros cantaron, pues toda la

naturaleza simpatizaba tan enérgicamente con la alegría de Freya como se afligía con

ella cuando se encontraba triste.

Las más hermosas plantas y flores en el Norte eran llamadas cabellos de Freya o rocío

del ojo de Freya, mientras que la mariposa era conocida como la gallina de Freya.

También se suponía que esta diosa sentía un afecto especial por los hados, a los que

gustaba observar danzar a la luz de la Luna, y a los que reservaba sus más delicadas

flores y su más dulce miel. Odur, el esposo de Freya, además de ser considerado como

una personificación del Sol, también era considerado como un símbolo de la pasión, o

de los embriagantes placeres del amor, por lo que los antiguos declaraban que no era de

extrañar que su esposa no pudiera ser feliz sin él.

El Collar de Freya.

Siendo la diosa de la belleza, Freya, naturalmente, era aficcionada a los vestidos, a los

ornamentos relucientes y las joyas preciosas. Un día, mientras se encontraba en

Svartalfheim, el reino bajo tierra, vio a cuatro enanos fabricando el más bello collar que

ella había visto nunca. Casi fuera de sí por el deseo de poseer este tesoro, llamado

Brisingamen y era un símbolo de las estrellas, o de la fertilidad de la tierra, Freya

imploró a los enanos para que se lo regalaran; pero ellos rehusaron hacer tal cosa, a

menos que ella les prometiera concederles su amparo. Tras obtener el collar a este

precio, Freya se apresuró a ponérselo y su esplendor aumentó tanto sus encantos que lo

llevó puesto día y noche, pudiéndosela convencer sólo ocasionalmente para que se lo

prestara a otras divinidades. Thor, sin embargo, llevó este collar cuando se hizo pasar

por Freya en Jötunheim, y Loki lo codició y lo hubiese robado de no haber sido por la

vigilancia de Heimdall.

Freya también era la orgullosa propietaria de una vestimenta de halcón, o plumas de

halcón, que permitía al que se la ponía volar a través del aire como si fuese un pájaro;

esta vestimenta era tan valiosa que Loki la tomó prestada en dos ocasiones, y la misma

Freya la utilizó cuando fue en busca del desaparecido Odur.

Ya que Freya era también considerada como diosa de la fertilidad, a veces era

representada conduciendo junto a su hermano Frey el carro tirado por el jabalí de las

cerdas de oro, esparciendo, con manos pródigas, frutas y flores para alegrar los

corazones de la humanidad. Sin embargo, ella tenía un carro propio, en el que viajaba

con frecuencia. Éste era tirado por gatos, sus animales favoritos, los símbolos del cariño

y la sensualidad, o las personificaciones de la fecundidad.

Frey y Freya eran tan venerados en el Norte que sus nombres, con formas modificadas,

se utilizan todavía como las palabras “señor” y “señora”, y un día de al semana se

conoce como día de Freya, el viernes, por la gente angloparlante. Los templos dedicados

a Freya eran muy numerosos y fueron mantenidos durante mucho tiempo por sus

devotos, el último en Magdeburgo, Alemania, el cual fue destruido por orden del

emperador Carlomagno.

La Historia de Ottar y Angantyr.

Los nórdicos solían invocar a Freya no sólo para obtener éxito en el amor, prosperidad y

crecimiento, sino también, en ocasiones, para obtener ayuda y protección. Ella se lo

concedía a aquellos que la servían fielmente, como aparece en la historia de Ottar y

Angantyr, dos hombres que, tras discutir durante algún tiempo debido a sus derechos a

cierto plazo de propiedad, expusieron su disputa ante los dioses. La asamblea popular

decretó que el hombre que pudiera probar que había descendido de una estirpe más

extensa de antepasados nobles sería declarado como el vencedor, designándose día

especial para investigar la genealogía de cada demandante.

Ottar, incapaz de recordar los nombres de no pocos de sus antepasados, ofreció

sacrificios a Freya, rogando su ayuda. La diosa escuchó indulgentemente su oración y,

apareciéndose ante él, lo transformó en un jabalí, y sobre su lomo cabalgó hasta la

morada de la hechicera Hyndla, una célebre bruja. Con amenazas y ruegos, Freya le

exigió a la anciana mujer que trazara la genealogía de Ottar hasta Odín y que nombrara

cada individuo por su nombre, con un resumen de sus hazañas. Entonces, temiendo que

la memoria de su devoto fuera incapaz de retener tantos detalles, Freya también exigió a

Hyndla que preparara una poción del recuerdo, la cual le dio a él a beber.

Así preparado, Ottar se presentó ante la asamblea en el día fechado y con facilidad

sospechosa recitó su linaje, nombrando a muchos más antepasados de los que Angantyr

pudo recordar, por lo que fue fácilmente recompensado con la posesión de la propiedad

que codiciaba.

Los Esposos de Freya.

Freya era tan hermosa que todos los dioses, gigantes y enanos anhelaron su amor e

intentaron a su vez obtenerla como esposa. Pero Freya desdenó a los feos gigantes, e

incluso rechazó a Thrym cuando Loki y Thor la urgieron a aceptarlo por esposo. No era

tan inflexible cuando se trataba de dioses, si diversos mitólogos están en lo cierto, pues

se dice que como personificación de la Tierra se desposó con Odín (el cielo), Frey (la

lluvia fertilizante), Odur (la luz del Sol), etc., hasta que aparentemente se mereció las

acusaciones lanzadas contra ella por el desalmado Loki de haber amado y haberse

casado con todos los dioses.

El Culto a Freya.

Era costumbre en ocasiones solemnes el beber a la salud de Freya junto a la de los otros

dioses y, cuando al cristiandad se introdujo en el Norte, este brindis fue trasladado a la

Virgen o a la Santa Gertrudis; la misma Freya, como todas las divinidades paganas, fue

declarada como un demonio o una bruja y desterrada a los picos de las montañas

noruegas, suecas o alemanas, donde el Brocken es señalado como su morada especial y

el lugar de cita general de su séquito de demonios en el Valpurgisnacht.

Ya que la golondrina, el cuco y el gato fueron sagrados para Freya en tiempos paganos,

se suponía que estas criaturas tenían cualidades demoníacas, e incluso hoy en día se

retrata a las brujas con gatos negros como el carbón a su lado.