lunes, 12 de enero de 2009

El espíritu del guerrero Odínico




El espíritu del guerrero Odínico .
Por Vjohrrnt V. Wodansson
Entre las muchas y grandes parodias de un supuesto resurgimiento de la tradición primordial Asatrú, seguramente uno de sus más controvertidos aspectos es la total ausencia de un espíritu odínico en el hombre. En la vía del guerrero de los Einherjar, los guerreros elegidos por Odín han perdido sus pieles de lobo y de oso sólo para ser reemplazadas por un antinatural pensamiento cristiano pacifista y humanitarista. Cualquier vestigio del don que para los hombres hiciera Alljörd (El Padre de Todo, por Quien Todas las Cosas se Hicieron, en germano antiguo): el Oend (aliento de vida), y de su hermano Hoenir: el Odhr (entusiasmo) han sido eliminados en el Hombre verdadero, y su pueblo no puede ya permanecer en pie, orgulloso, frente a los decadentes falsos valores del Cristianismo y sus imperfectos dogmas. El puente hacia las doradas Salas del Walhalla ha sido cerrado y las Walkirias ya no suben a su grupa a los héroes caídos en el campo de batalla, pues la guerra ya no es la vía válida que una vez fue para nuestros ancestros y para los ancestros de nuestros ancestros. Sentado sobre su alto trono, el dios tuerto estará sin duda expectante ante las noticias que le puedan traer Hugin y Munin… noticias de un Despertar pagano.

En esencia, todas las tradiciones del Paganismo nórdico, como el eslavo, céltico, teutónico, etc., incorporan la vía del guerrero entre otras vías posibles de realización espiritual. Las antiguas tribus “bárbaras” sabían que esta vía era uno de los procesos naturales de la vida del Hombre. Era ante todo una búsqueda del despertar del fuego inmortal, del aliento de vida de Odín. Se trataba de un innegable instinto primario para el hombre que buscaba probarse a sí mismo y también a los demás, pero ante todo y sobre todo a sí mismo. Para ser un verdadero hombre, el joven recibía su primera espada y era iniciado en las vías del combate por su padre. Siendo aun casi un niño, podía morir, teniendo también el poder de dar la muerte a otros, siendo pues un hombre. En nuestros tiempos modernos, el joven es sometido a un verdadero lavado de cerebro, y debe olvidar, aceptar, tolerar y amar sin restricciones ni discriminaciones. Esta NO es la vía del guerrero. La naturaleza del hombre no es “amarlo” y “tolerarlo” todo, en la medida en que ello solamente puede devenir en una debilidad para sí mismo que a su vez solamente puede revertir en su pueblo. Amor, tolerancia, aceptación y perdón no son necesariamente y en sí mismos sentimientos erróneos, pero sí cuando no son estrictamente seleccionados por parte de aquel que aplica tales valores. La naturaleza profunda del hombre es combativa y beligerante. Odín, a menudo, gustaba crear conflictos entre los clanes solamente para divertirse en las guerras de los hombres; guerras que también le permitían contemplar quién era un buen observador de sus enseñanzas y quien no había comprendido la vía de la espada.

En el contemporáneo movimiento Asatrú hay muchos hermanos que niegan esta honorable vía, concentrándose solamente en los aspectos exotéricos de la fe Asatrú y negando sus esencias esotéricas. Pero esta “mancha” es un elemento tradicional de la cultura pagana de nuestro pueblo, y toda vía de comunión con los Dioses y Diosas exige el verdadero poder de los rituales de veneración contenidos en su simbolismo primordial. Por lo mismo, sin los rituales, los atuendos o las palabras correctas, el poder del rito es sofocado y su significado inicial llega a ser incomprendido por los Dioses y las Diosas. Y ocurre precisamente que la mayor parte de esta tradición esotérica es la vía del guerrero. Para el verdadero guerrero los combates no solamente se libran en el campo de batalla, sino en el alma, en el corazón y en el espíritu. Las mayores batallas, las verdaderas batallas gloriosas, nunca son aquellas que se combaten contra un adversario humano, que a fin de cuentas es meramente “humano”, sino contra las propias capitulaciones ante el camino elegido. El “Enherjar” labra un surco solitario, recorre un duro camino repleto de constantes emboscadas y traiciones. Se trata de su propia elección, por supuesto, y una vez en marcha en este camino azaroso no hay posibilidad de vuela atrás, sino a costa del propio orgullo y honor.

Para el hombre moderno no existen los grandes desafíos, las grandes guerras, las búsquedas honorables que reavivan el fuego antiguo. El hombre de nuestros días está demasiado ocupado contemplando partidos de hockey, conduciendo coches deportivos, alardeando de sus conquistas sexuales y siendo perezoso, llano y simple. Todos los rasgos de hombría y todas las trazas de virilidad han desaparecido, reemplazados por atributos femeninos como la ternura y la sensibilidad. Es preciso señalar que NO estoy criticando a nuestras hermanas paganas, sino simplemente exponiendo un hecho. Estos son atributos relacionados con el aspecto femenino, como la sensualidad, la maternidad y otros aspectos Lunares de naturaleza primordial. El varón es la representación Solar de la naturaleza primordial. En nuestro mundo pacifista vivimos en completa seguridad, lo cual únicamente significa que hemos sido derrotados de antemano, igualados y nivelados en lo peor, una vez eliminados los rasgos particulares de cada uno. El resultado de este intento de reparar el original ser andrógino resulta en una parodia del mismo. Esto es algo absolutamente intolerable para cualquier VERDADERO Hombre o Mujer del pueblo. No podemos negar nuestra naturaleza, y menos enfrentarnos a ella. Solamente podemos trascenderla.

Existen muchos ejemplos de autoproclamados fieles asatrú que condenan o han condenado toda violencia o enfoque combativo de las tradiciones paganas. Algunos han ido tan lejos como para aceptar cristianos y miembros no arios en sus rituales. Ciertos grupos abogan por la tolerancia e intentan difundir el Paganismo Integral como una especie de religión hippy del amor. Concretamente hablamos de las modernas vías de la Wicca, ese movimiento pseudo-neo-pagano reclutado entre homosexuales y drogadictos que creen que andar por los bosques con los pies descalzos les hace “uno con la naturaleza”, o que sus drogas alucinógenas les ayudan a comunicarse con Diana, Pan o quien sea. Estos fieles cristianizados que claman ser los verdaderos seguidores de las antiguas vías atacan a los tradicionales Asatrúa con falsas alegaciones de pervertir la esencia de la Fe, cuando de hecho son ellos quienes la pervierten con su religión humanitarista. Los antiguos nórdicos fueron conquistadores y temibles guerreros que no concedían tregua a sus enemigos y desde luego no hacían proselitismo de la fe de sus padres entre los miembros de otras razas. Al igual que los demás pueblos de Europa, los antiguos vikingos nunca forzaron en sus creencias al resto de los europeos, pues las vías del Norte no eran, ni mucho menos, las más apropiadas para todos.

Cuando observamos el panteón nórdico: Odín, Thor, Tyr, Heimdall, tanto a la tierna Freya como a las temibles Walkirias, todos ellos, varones y hembras, tienen un punto común de contacto: ¡la guerra! El combate, la defensa, todos los aspectos de la naturaleza walkírica. ¿Cómo pueden obviar esta realidad las más básicas tradiciones paganas que en nuestros días se reclaman tales? No permitiendo que se consuma el fuego ancestral, solamente resultará en un redespertar de nuestro espíritu y del espíritu de nuestro pueblo. El fuego primordial, combinado con el hielo primordial que representa nuestra frialdad: nuestra completa disociación de la decadencia judeo-cristiana y de las fes universalistas. Mientras ellos extienden su fe como una plaga alrededor del mundo y esclavizan tantos desechos humanos como les sea posible, nosotros nos esforzamos en restringir nuestras vías a nosotros y solamente nosotros mismos, siendo selectivos al abrir nuestros corazones aquellas individualidades que puedan escuchar la llamada del cuervo. No intentamos despertar a todas las mentes durmientes de su sopor judaico, pues el viento del Norte está reservado a aquellos que puedan y sepan descifrar su nombre en su sonido. Al contrario que el dios de los judíos, a Odín no le importa la cantidad; un millón de cobardes enfermizos nunca podrán acabar con un centenar de orgullosos y fuertes “Enherjars”. Para atravesar el Bifrost y vivir eternamente en las Salas de las lanzas y los escudos dorados se precisa mucho valor y coraje, que son las marcas del alma noble, y sólo a los guerreros les son concedidos tales honores.

Es para nosotros un imperativo retornar a la perspectiva de los verdaderos principios de la fe Asatrú. Las vías de la paz son para aquellos que abandonan el combate, que dan la espalda a la memoria de su pueblo y de sus ancestros. Esos autocalificados “neopaganos” deshonran la pureza de la Fe. Esos “neo” están en contra de la tradición y de ese modo insultan las creencias de nuestros pueblos. Han diluido la esencia hasta transformarla en algo aceptable e interesante para las masas. Nuestra vía es la vía del guerrero, en los niveles tanto físico como espiritual. Hacemos la guerra a todos aquellos que nos niegan la libertad de vivir nuestras vidas como lo hicieron nuestros padres, a estar orgullosos de nuestra herencia, nuestra cultura y nuestra sangre, a defender nuestras tradiciones, nuestro pueblo y nuestra Fe, a ser Hombres y Mujeres de integridad y honor en un mundo carente de integridad y de honor, a ser guerreros.